lunes, 31 de enero de 2011

Cuando uno quiere morir, debe elegir un momento propicio.

"Yo tenía un amigo. Estaba enamorado de una mujer y ésta lo rechazó. Así que, como era poeta, por supuesto, pensó en suicidarse. Su familia estaba muy perturbada. Todos intentaron convencerlo; pero cuanto más lo intentaban, más se convencía de que se iba a suicidar. Eso ocurre. Como no sabía qué hacer, lo encerraron en la habitación. Empezó a darse cabezasos contra la puerta. Estaban muy asustados. ¿Qué hacer?

De repente se acordaron de mí y me llamaron. Fui allí. Estaba dándose cabezasos contra la puerta; estaba realmente furioso y completamente decidido. Yo me acerqué a la puerta y le dije: "¿Por qué montas todo este espectáculo? Si quieres suicidarte, hazlo. ¿Por qué tanto ruido? ¿Y por qué estás dándote cabezasos? Dándote cabezasos contra la puerta no te vas a matar. Así que, escúchame, demos un paseo. Podemos ir al río, hay un sitio muy bonito donde yo voy siempre a meditar. Si alguna vez me suicido, será en ese lugar. Ven conmigo, esta es una buena oportunidad".

Como yo no intentaba convercerlo de que no se suicidara, él se calmó. Dejó de golpearse. Se quedó realmente perplejo, no esperaba que un amigo suyo le ayudara a suicidarse. Así que le dije: "No seas idiota y abre la puerta, no hagas que se forme un corro de curiosos aquí. ¿Por qué hacer un espectáculo de todo esto? Simplemente ven conmigo y tírate al río. En el río hay una catarata, allí simplemente desaparecerás".

Así que abrió la puerta y me miró, estaba muy perplejo. Lo tomé de la mano y lo lleve a mi casa. Él me preguntó: "¿Cuándo vamos a ir?". Pero ya tenía un poco de miedo, yo estaba dispuesto así que era peligroso. Le contesté: "Esta noche es luna llena y no hay ninguna prisa. Cuando uno quiere morir, debe elegir un momento propicio. Iremos en plena noche, nos despediremos bajo la luz de la luna llena y luego tú podrás saltar". Cada vez tenía más miedo. Yo simplemente estaba haciendo tiempo.

Nos fuimos a la cama a las diez. Puse el despertador para las doce, y le dije que algunas veces no oía el despertador, que si él lo oía antes debía despertarme. En cuanto sonó el despertador, él lo apagó. Yo esperé unos minutos, luego le dije: "¿A qué estás esperando? Despiértame". De repente se enfadó y me preguntó: "¿Tú eres mi amigo o mi enemigo? Parece que quieres que me mate". Yo contesté: "Yo no estoy juzgando. Si tú quieres morir, yo soy un amigo, tengo que cooperar y ayudar. Si no quieres morir, es tu decisión, así que dime. Yo soy neutral. El coche está preparado, yo te llevaré al sitio; la noche es hermosa y ha salido la luna. Ahora depende de ti". Él me dijo: "Llévame a mi casa. No me voy a matar. ¿Quién eres tú para obligarme a matarme?".

Yo no estaba obligando a nadie; sólo hay que retrasar el momento, uno recupera la cordura".

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